En
un inicio las armas de fuego son piezas de artillería pesadas, de difícil
manejo, transporte y fabricación, pero el efecto físico sobre fortalezas y
soldados es tan efectivo que su uso se incrementa y no hay ejército que no
cuente con ellas. Jacob Burckhard dice: “El perfeccionamiento de las armas de
fuego contribuyó, por decirlo así, a democratizar la guerra, no sólo porque los
más firmes castillos se estremecieron ante las bombardas, sino porque adquirió
una cardinal importancia la destreza, ejercitada en medios burgueses, del
ingeniero, del fundidor y del artillero”.
Aún
más importante es el efecto psicológico que causa en el enemigo. Burckhard lo
describe así: “El alma de los pequeños ejércitos italianos de mercenarios…
quedaba disminuida por los medios de destrucción accionados a distancia”. Pero
también hay un efecto moral: son tenidas por armas malignas y deshonrosas. Burckhard
cuenta que: “Paolo Vitelli hacia sacar los ojos y cortar las manos a los
escopeteros enemigos, mientras él empleaba cañones cuyo uso le parecía lícito”.
Este pensamiento afloraba cuando se tenía algún retraso técnico con el otro
ejército, pero el fin era el mismo, matar al enemigo y si estaba a su alcance
fabricarlas y usarlas mejor, estas armas acabaron con la hegemonía de la caballería
pesada que había dominado el campo de batalla. Los nobles guerreros a pesar de
su desprecio por estos instrumentos diabólicos no dudaron en incorporarlos a
sus arsenales, combinándolos al mismo tiempo con mazas y hachas de guerra.
Los
estados italianos tenían ejércitos que contaban con una cantidad importante de
recursos para mejorar su capacidad de lucha, Michael Mallett opina que: “Fue
una etapa de gran experimentación, en la que se asistió al desarrollo de la
artillería, sobretodo en Venecia y Milán”. Esa etapa fue edificada gracias a
los capitanes y príncipes condottieri, Los condottieri eran hombres que
peleaban a cambio de dinero y que eran contratados por reyes o nobles, entre
otros. Mallet señala sobre esta etapa que: “se caracterizó por las grandes
innovaciones en la construcción de fortalezas, llevada a cabo por excelentes
arquitectos”. Estos arquitectos son Baccio Pontelli, Franceso de Giorgio Martini,
Guiliano da San Gallo el Viejo, quienes también están implicados en la
fabricación de la artillería, que dio paso a las primeras armas de fuego
portátiles por ejemplo las lombardas o el basilisco, el fusil de 2 a 3 pies de
longitud, es decir, armas que son capaces de disparar un peso de 15 a 20 gramos.
Todas esas armas de fuego tenían dos inconvenientes, el primero, a la pólvora
había que darle fuego con una mecha mediante un serpentín o palanca en doble
curva, accionado manualmente, el segundo, resultaba casi imposible la recarga
en medio de una batalla, esto fue así hasta que aparecieron los serpentines de
muelle y de disparo, que perfeccionan las armas de fuego portátiles.
Por
otra parte, la infantería se ve beneficiada con las armas de fuego, pero esto
no significó para nada el final de la caballería, como pudiera creerse. Hubo
grandes progresos técnicos, como el mecanismo de rueda (un sistema que permitía
el encendido de la pólvora que aprovechaba las chispas desprendidas de un
pedernal mediante el roce con una rueda dentada, que giraba gracias a un muelle
al liberar la presión sobre el gatillo), armaron así a los llamados arcabuceros
y mosqueteros a caballo, cuyas primeras unidades fueron creadas en 1496 usadas
por Camilo Vitelli, con el objetivo de dar una mayor movilidad a la infantería
y deshacer las formaciones de caballería pesada.
En
algunos casos, las armas de fuego sirven para mostrar fortaleza más que daño,
Tzvetan Todorov nos lo cuenta de esta manera a referirse a Hernán Cortes, “El
propio uso que hacía de sus armas tenía una eficacia simbólica más que
práctica…utilizó cañones para asustar a sus interlocutores más que para
destruir las murallas…”. Con esto quería impresionar al enemigo.
En
fin, en el renacimiento europeo se da sin lugar a dudas una profunda revolución
en el arte de la guerra. Las armas de fuego constituyen éste cambio, pero
también las fortalezas cambian, las armaduras de los soldados, las técnicas de
ataque y defensa se perfeccionan, los tiempos de
asedio a las ciudades se acortan. Pero no nada más eso, además existe un gran
avance científico y un desarrollo técnico propios del espíritu innovador y
aventurero de la época, reforzados por la gran entrada de recursos económicos
en Europa y el agitado ambiente político.
BIBLIOGRAFÍA
Eugenio
Garin y otros, El hombre del renacimiento, Madrid, España, Editorial
Alianza, 1990.
Jacob
Burckhardt, La cultura del renacimiento en Italia, Segunda Edición,
D.F., México, Editorial Porrua S.A. de C.V., 1999.
Ruggiero
Romano y Alberto Tenenti, Los fundamentos del mundo moderno, Edad Media
Tardía, Renacimiento y Reforma, D.F., México, Undécima edición, Editorial
Siglos XXI editores S.A., 1980.Muy interesante #38, La Europa del Renacimiento Europeo, Revolución en el arte de la guerra, España, 2011.
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