viernes, 25 de enero de 2013

Sobre el lenguaje poético y el lenguaje ordinario


Es en el Formalismo Ruso donde se empieza a aplicar la lingüística al estudio de la literatura, para esto se concentraron en el análisis de la forma literaria (el cómo se dice: la estructura, las características de un tema en especifico, el contenido, recursos, imágenes, el estilo y la ambientación), dejando en un segundo plano el fondo (lo que se dice: ideas, sentimientos, conceptos y argumentos). “Lejos de considerar la forma como expresión del contenido, dieron la vuelta a estas relaciones y afirmaron que el contenido era meramente la motivación de la forma”.[1] Esta manera de abordar el estudio de los textos, pretendía también distinguir entre el lenguaje poético y el lenguaje estándar. Shklovski en su ensayo El arte como artificio explicó que: “La finalidad del arte es dar una sensación del objeto como visión y no como reconocimiento: los procedimientos del arte son los de la singularización de los objetos, y el que consiste en oscurecer la forma, en aumentar la dificultad y la duración de la percepción”.[2] Los formalistas aseguraban que en el lenguaje cotidiano las percepciones de la realidad, se desgastaban, “se automatizaban”, en cambio en la literatura se hacía más perceptibles los objetos, el mundo contenido en ellos se renovaba, esto se lograba ordenando el lenguaje ordinario con la intención de obtener mucha más sustancia en esa posesión.
            De este modo, el lenguaje puede ser depurado estilísticamente para elevar sus cualidades expresivas, con la intención de impresionar, embellecer o llenar de sustancia las palabras, para causar un efecto sobre la imaginación y la inteligencia del lector, entonces, será así un lenguaje poético o literario, por el contrario un texto normal no ofrece intenciones estéticas, puede ser más bien pragmático con la intención de ofrecer un mensaje, adaptado a las necesidades prácticas, casi siempre para su uso instantáneo. Octavio Paz dice que: “la operación trasmutadora consiste en lo siguiente: los materiales abandonan el mundo ciego de la naturaleza para ingresar en el de las obras, es decir, en el de las significaciones”.[3] Es de esa forma como el lenguaje ordinario se revitaliza a través del ingenio adquiriendo un carácter nuevo o raro.




[1] Terry Eagleton, Una introducción a la teoría literaria, Introducción: ¿Qué es literatura?, México D.F., 1998. p. 6.
[2] Victor Shklovski, El arte como artificio, [en línea], http://humanidades.uprrp.edu/smjeg/reserva/Literatura%20
Comparada/lite3101/Ruben%20Rios%20Avila/sklovsky.pdf 4/6/2011
[3] Octavio Paz, El arco y la lira, México D.F., 1956, p. 7

miércoles, 9 de enero de 2013

¿Cómo viví la huelga de la UACM?


¿Cómo viví la huelga? En primer lugar con mucha sorpresa, aunque me enteré de las elecciones en agosto, el día que se realizaron me quedé trabajando. Los últimos meses antes de ésta empecé a tener problemas con mi oído derecho, por lo que tuve gastos médicos, soy cabeza de familia y decir que vivo al día  es lo menos exagerado.
No estaba enterado de la situación del Consejo Universitario, mucho menos de que hubiera intenciones de fraude por parte de la administración, no puedo negarlo sentí culpa por no votar, de algo hubiera servido informarme qué consejeros convenían al proyecto.
Después, empecé a ver los videos en los que se percibe un claro desorden con las boletas electorales, por decirlo de una manera, me empezó a caer el veinte de que habían hecho algo turbio los organizadores. Pensé que se arreglarían sin muchos contratiempos, que harían nuevas elecciones donde hubiera algo polémico, alguna solución sencilla y democrática, pero de parte de la administración hicieron correr todos los rumores posibles contra los huelguistas, menos que estuvieran defendiendo su voto, eso me llamó mucho la atención, porque la salida del conflicto yo la seguía viendo fácil. Entonces, era claro que la administración no quería llegar a un  acuerdo, estaba empeñada en dejar las cosas tal y como al inicio del conflicto, los huelguistas tenían razón al pedir legalidad, claridad y negociación.
Me indignó mucho saber el 10 de septiembre que habían recurrido a taxistas piratas en el plantel de Cuautepec para ir en contra de la huelga, es decir, que se estaban utilizando grupos de choque en contra de la comunidad universitaria, algo que no me cabía en la cabeza, ya que durante años mi universidad se distinguió por ser un lugar pacífico y de una mentalidad moderna.
Por otra parte, las declaraciones de la rectora en los medios electrónicos tenían más intenciones de desquiciar a la comunidad y desinformar, que de resolver cualquier problema, primero decía que los paristas eran una minoría, cuando salieron a las calles y vio que no eran pocos argumentó que pertenecían a grupos de MORENA, luego los culpó sin pruebas de que eran cuasi paramilitares, drogadictos, después golpeadores y por último viles rateros, por lo que pedía la intervención de la fuerza pública en contra de los alumnos. Además de que su grupo se encargó de difamar a la ALDF que había actuado como mediador, alegando que eran corruptos y no respetaban la autonomía de la UACM, claro con el fin de desconocer cualquier acuerdo alcanzado.
Los medios masivos aprovecharon esta crisis para hablar mal de una universidad creada por la izquierda, en especial de un proyecto educativo impulsado al principio por Andrés Manuel López Obrador, líder político que critica el neoliberalismo desmedido y los monopolios, motivo por el que Televisa y otras cadenas informativas a favor de esos grandes intereses vieron en la huelga una vía para atacar a la izquierda y a AMLO. También, en esos medios  se arremetió contra el modelo educativo de la UACM, sin siquiera mencionar que es una universidad que integra entre sus estudiantes a trabajadores y presos; y que los resultados están planteados en otros sentidos a los acostumbrados a las demás organizaciones educativas. Tampoco mencionaron que el motivo de la huelga se debía a que no se había respetado el resultado de las urnas y que habían subido a los que no habían ganado.
La huelga la viví con asombro y coraje al principio, después me di cuenta que el único talento que tenía rectoría era la difamación y la trampa, por lo que tarde o temprano la verdad y justicia darían su fruto, eso me dio tranquilidad y esperanza. Así viví la huelga de mi querida UACM.