jueves, 15 de enero de 2015

El petróleo ligero y Ayotzinapa

La visita de Peña a Obama los días 5 y 6 de enero, se dio poco después de que el presidente de EEUU ofreciera ayudar a México con el caso Ayotzinapa. ¿Es posible que el gobierno estadounidense con sus redes de espionaje tuviera en sus manos información suficiente para chantejear al presidente Peña o que el Estado Mexicano escondiera alguna responsabilidad en el asunto, y obligarlo a comprar su petróleo ligero a cambio de guardarse toda la investigación sobre el caso de los normalistas secuestrados?

La foto en que Peña mira con recelo a Obama me hizo suponer que aquel ser superficial estaba atrapado, que había sido descubierto en algo turbio. No me refiero al asunto de la Casa Blanca de más de ocho millones de dólares, no creí que aquello le importara después de que congregó a los gobernadores y a todos los poderosos empresarios mexicanos a que lo respaldaran el 27 de noviembre de 2014 en el Palacio Nacional, y menos confié que el congreso lo llamara a declarar, después de los moches millonarios que han recibido por parte del gobierno federal. La Casa Blanca, si acaso le podía costar la presidencia. Aquella mirada es la misma con la que ven los culpables al ministerio público una vez que se les ha comprobado la responsabilidad de una fechoría y no la de un estadista haciendo grandes negocios políticos. Obama sí tenía el semblante de alguien que ha logrado un estupendo negocio.

¿Si usted fuera el presidente de un país petrolero, le compraría 100,000 barriles de petróleo al día a otro país argumentando que se utilizará en las refinerías, a las que todo el tiempo catalogó usted y su equipo (con el que impulsó la reforma energética) como un pésimo negocio?

Si lo anterior no fuera sólo producto de mi imaginación, en los próximos días sería posible que el gobierno de los Estados Unidos, a través de alguna de sus instituciones de investigación fuera quien se encargara de emitir un comunicado sobre el caso Ayotzinapa, en el que se liberara de toda responsabilidad al Estado Mexicano. Algo así como los sospechosos videos en los que aparecía un Osama bin Laden amenazador, que parecían más obra de Carlos Trejo que de terroristas árabes, pero en este caso para defender al gobierno de Peña.

miércoles, 23 de abril de 2014

(Un monólogo en honor a dos titanes, Shakespeare y Julio César).

Monólogo de Julio César


¡Oh Senado! ¿A qué se debe tal sed? ¿Al miedo?
¿Por qué han derramado el vino en la mesa que amo?
¿Tan espantosa les pareció esa jarra
que con aceros celosos la han desquebrajado?
Anhelé para mi fin una batalla digna,
un recinto más alto que Alesia o las Galias,
o el padecimiento que me obsequiaron los dioses,
no la hipocresía, no ésta infamia traidora.
Si vieron que rechacé la Corona tres veces,
tres veces debieron de aprisionar sus ánimos,
tentados todos a ofrecer furiosa su espada,
no es de carne y sangre el hombre que la ha domado.
¡Tú también, Bruto! Querido hijo. ¡Tú también!
Inconmovible fuiste con quien te cargó en brazos,
quien perdonó de inmediato tu apoyo a Pompeyo,
y por quererte tanto, dio en gobierno la Galia.
¡Muerte! Amiga, más franca que mis homicidas,
témpera el cuerpo ahogado en sus propios líquidos,
el dolor inimaginable lleva contigo,
hurta de mí la pena de mostrar sufrimiento.
Aquel carro de caballos carmesí se eleva,
el mismo que galopó incansable mi pecho,
ahora cual cometa cruza las nubes más altas,
mientras un sueño de mujer escolta mi espectro.

Edgar Omar García García

miércoles, 29 de mayo de 2013

Las armas de fuego en el renacimiento

En un inicio las armas de fuego son piezas de artillería pesadas, de difícil manejo, transporte y fabricación, pero el efecto físico sobre fortalezas y soldados es tan efectivo que su uso se incrementa y no hay ejército que no cuente con ellas. Jacob Burckhard dice: “El perfeccionamiento de las armas de fuego contribuyó, por decirlo así, a democratizar la guerra, no sólo porque los más firmes castillos se estremecieron ante las bombardas, sino porque adquirió una cardinal importancia la destreza, ejercitada en medios burgueses, del ingeniero, del fundidor y del artillero”.
Aún más importante es el efecto psicológico que causa en el enemigo. Burckhard lo describe así: “El alma de los pequeños ejércitos italianos de mercenarios… quedaba disminuida por los medios de destrucción accionados a distancia”. Pero también hay un efecto moral: son tenidas por armas malignas y deshonrosas. Burckhard cuenta que: “Paolo Vitelli hacia sacar los ojos y cortar las manos a los escopeteros enemigos, mientras él empleaba cañones cuyo uso le parecía lícito”. Este pensamiento afloraba cuando se tenía algún retraso técnico con el otro ejército, pero el fin era el mismo, matar al enemigo y si estaba a su alcance fabricarlas y usarlas mejor, estas armas acabaron con la hegemonía de la caballería pesada que había dominado el campo de batalla. Los nobles guerreros a pesar de su desprecio por estos instrumentos diabólicos no dudaron en incorporarlos a sus arsenales, combinándolos al mismo tiempo con mazas y hachas de guerra.
Los estados italianos tenían ejércitos que contaban con una cantidad importante de recursos para mejorar su capacidad de lucha, Michael Mallett opina que: “Fue una etapa de gran experimentación, en la que se asistió al desarrollo de la artillería, sobretodo en Venecia y Milán”. Esa etapa fue edificada gracias a los capitanes y príncipes condottieri, Los condottieri eran hombres que peleaban a cambio de dinero y que eran contratados por reyes o nobles, entre otros. Mallet señala sobre esta etapa que: “se caracterizó por las grandes innovaciones en la construcción de fortalezas, llevada a cabo por excelentes arquitectos”. Estos arquitectos son Baccio Pontelli, Franceso de Giorgio Martini, Guiliano da San Gallo el Viejo, quienes también están implicados en la fabricación de la artillería, que dio paso a las primeras armas de fuego portátiles por ejemplo las lombardas o el basilisco, el fusil de 2 a 3 pies de longitud, es decir, armas que son capaces de disparar un peso de 15 a 20 gramos. Todas esas armas de fuego tenían dos inconvenientes, el primero, a la pólvora había que darle fuego con una mecha mediante un serpentín o palanca en doble curva, accionado manualmente, el segundo, resultaba casi imposible la recarga en medio de una batalla, esto fue así hasta que aparecieron los serpentines de muelle y de disparo, que perfeccionan las armas de fuego portátiles.
Por otra parte, la infantería se ve beneficiada con las armas de fuego, pero esto no significó para nada el final de la caballería, como pudiera creerse. Hubo grandes progresos técnicos, como el mecanismo de rueda (un sistema que permitía el encendido de la pólvora que aprovechaba las chispas desprendidas de un pedernal mediante el roce con una rueda dentada, que giraba gracias a un muelle al liberar la presión sobre el gatillo), armaron así a los llamados arcabuceros y mosqueteros a caballo, cuyas primeras unidades fueron creadas en 1496 usadas por Camilo Vitelli, con el objetivo de dar una mayor movilidad a la infantería y deshacer las formaciones de caballería pesada.
En algunos casos, las armas de fuego sirven para mostrar fortaleza más que daño, Tzvetan Todorov nos lo cuenta de esta manera a referirse a Hernán Cortes, “El propio uso que hacía de sus armas tenía una eficacia simbólica más que práctica…utilizó cañones para asustar a sus interlocutores más que para destruir las murallas…”. Con esto quería impresionar al enemigo.
En fin, en el renacimiento europeo se da sin lugar a dudas una profunda revolución en el arte de la guerra. Las armas de fuego constituyen éste cambio, pero también las fortalezas cambian, las armaduras de los soldados, las técnicas de ataque y defensa se perfeccionan, los tiempos de asedio a las ciudades se acortan. Pero no nada más eso, además existe un gran avance científico y un desarrollo técnico propios del espíritu innovador y aventurero de la época, reforzados por la gran entrada de recursos económicos en Europa y el agitado ambiente político.

BIBLIOGRAFÍA
Eugenio Garin y otros, El hombre del renacimiento, Madrid, España, Editorial Alianza, 1990.
Jacob Burckhardt, La cultura del renacimiento en Italia, Segunda Edición, D.F., México, Editorial Porrua S.A. de C.V., 1999.
Ruggiero Romano y Alberto Tenenti, Los fundamentos del mundo moderno, Edad Media Tardía, Renacimiento y Reforma, D.F., México, Undécima edición, Editorial Siglos XXI editores S.A., 1980.
Muy interesante #38, La Europa del Renacimiento Europeo, Revolución en el arte de la guerra, España, 2011.

jueves, 16 de mayo de 2013

Ensayo sobre “El Aleph” de Jorge Luis Borges


El 24 de agosto de 1899, nace en Buenos Aires, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges. Se le considera uno de los mejores escritores del siglo XX, Su obra es muy apreciada en el mundo, ha sido analizada e interpretada, por cientos de personas, considerándola una de las más originales. Durante su trayectoria como escritor publicó ensayos, cuentos y poemas. Su postura política lo mantuvo al margen de obtener el premio Nobel. Quedó ciego a los 55 años, dependiendo desde entonces de su madre y sus amigos para poder dictar sus cuentos. Sin duda Borges es el escritor argentino más leído en el orbe. Se considera su trabajo de una gran erudición y una compleja simbología. Muere en Ginebra, Suiza, en 1986.
La primera alusión que encontramos en el formidable cuento “El Aleph”, de Borges, es con la Alegoría de la Caverna de Platón, donde un hombre que ha salido de la caverna logra conocer un mundo que se contrapone al de sus compañeros que viven prisioneros. Borges dice que: “Creo que los argentinos, los sudamericanos en general…podemos manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene, consecuencias afortunadas”.[1] Borges admite de esta manera, que la recreación de temas extranjeros enriquecerá la literatura sudamericana. En semejanza al protagonista de Platón, el personaje principal del cuento, Borges, al  tener la experiencia con el Aleph, punto geográfico en donde se encuentran todos los puntos del universo, vistos desde todos los puntos, puede ver sitios antiguos, modernos, futuros, desde su interior, puede verlos al mismo tiempo y no sólo eso, también puede  preguntarse si los vio. Esta última añadidura nos sirve para demostrar el concepto de parodia definido por Linda Hutcheon, ella dice que: “parodia es repetición con diferencia”, también se puede decir que es una recreación y en algunas ocasiones se utiliza como homenaje a una obra.
Por otra parte, el autor juega en la narración con el lector, primero, poniendo la duda sobre la existencia del Aleph; después, le da una explicación sobre el objeto, su aspecto fantástico; a continuación, dice que el personaje lo ve; y por último, duda sobre si de verdad lo vio, cuestionando la veracidad de lo narrado, lo cual deja al lector parado en un pie.
Sin embargo, el autor no se conforma con intrigar al lector, además usa su propio nombre en el protagonista, le agrega conocimientos literarios, propios del autor, está representación artificial de sí mismo, crea muchísima ambigüedad, entre el Borges del cuento y el escritor que crea la historia. Al decir que el personaje se llama Borges, de inmediato se establece una asociación a la idea de las características físicas y mentales de las que tenemos conocimiento posee el Borges real. El lector duda entre lo real y lo ficticio del personaje.
Por si fuera poco, Borges crea otro personaje similar a él, Carlos Argentino Daneri, quien representa a un bibliotecario, escritor, como lo fue él mismo autor en alguna etapa de su vida. Además, cuyo nombre nos recuerda a Dante Alighieri, poeta florentino, escritor de la Divina Comedia. Helena Beristaín dice que: “parodia es la obra original construida a partir de la codificación de elementos estructurales tomados de otras obras”.[2] Es inevitable recordar el descenso de Dante al Infierno y compararlo de inmediato con la bajada de Borges al sótano, donde se encuentra el místico Aleph. Por consecuencia, Carlos Argentino sustituiría a Virgilio, aunque de una manera menos sacralizada.
Borges se da a la tarea de deformar la realidad, quizá por eso nos habla de espejos, traducciones, retratos y oscuridad. Lo hace también, al hablar de Beatriz Viterbo, cuando recuerda varias fotografías: “Beatriz, con antifaz, en los carnavales de 1921; la primera comunión de Beatriz; el día de su boda con Roberto Alessandri; Beatriz, poco después del divorcio”. Como si se tratara de varias mujeres y sólo de una. Beatriz, que es el amor platónico del protagonista; Beatriz, de la que va olvidando sus rasgos, debido a la trágica erosión de los años, se vuelve algo subjetivo.
Otra característica del cuento, es el uso de la metaliteratura, por ejemplo cuando Borges dice: “lo que mis ojos vieron fue simultaneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje lo es”. El escritor se refiere a que tiene que escribir palabra tras palabra, para describir lo sucedido. Otro ejemplo de la metalitaratura empleada en la obra la vemos  cuando el autor escribe: “el segundo hemistiquio entabla animadísima charla con el lector”. Lo hace al referirse a la mitad de un verso que se autoalaba Carlos Argentino.
Hay más similitudes entre el texto del escritor argentino y Platón, la alegoría de la caverna, cuenta que los hombres están encadenados, de pies y cuello, deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, por su parte Borges el personaje debe de permanecer inmóvil y ver a un punto fijo, unos las sombras y otro el Aleph,, en ambos casos una imagen que sustituye la realidad.
En contra parte, vemos diferencias, por el lado de la alegoría de la caverna las imágenes son reflejos de objetos reales, lo real estaría fuera de la caverna, sin embargo en el Aleph, las múltiples imágenes que se ven a través del Aleph, tan sólo son posibles verdades.
En conclusión, Borges demuestra que es apropiado usar textos pertenecientes a otras tradiciones para crear algo más rico; y dice que: “no debemos temer y que debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo”.[3] Haciendo hincapié en que usemos todos los temas, porque nuestra nacionalidad sólo es una máscara. Linda Hutcheon se pregunta y contesta de la siguiente manera: “¿Qué puede ser parodiado? Cualquier forma codificada puede, teóricamente, ser tratada en términos de repetición con distancia crítica”. Recurso que utiliza el escritor argentino de manera sutil y con maestría. Parece ser que a Borges lo que más le gusta, es encontrar temas paradójicos, curiosidades que pueda abordar desde una visión sobrepuesta, para enloquecer un poco al lector y obligarlo a la relectura, conglomerar el breve texto de sucesos, lugares y personajes, que muchas veces invitan a la investigación para poder ser comprendidos. Lo curioso es que lo logra sin ser aburrido. No sólo hace una renovación de mitos e historias asiáticas u occidentales, además, busca ese sitio o suceso extraño, equiparable a los textos sagrados. El lector puede hacer múltiples interpretaciones del cuento Borgiano, pero será más enriquecedor si se buscan las obras que cita o lugares de los que habla en sus relatos para descifrar mejor el cuento.       



[1] Jorge Luis Borges. El escritor argentino y la tradición. España, Madrid, 1997.
[2] Helena Beristaín. Diccionario de retórica y poética. México, D.F., 1995 p. 387.
[3] Jorge Luis Borges. El escritor argentino y la tradición. España, Madrid 1997.

jueves, 9 de mayo de 2013

“El miedo a la libertad” de Erich Fromm (Resumen)


Erich Fromm, escribe este libro con la intención de explicar que significa la libertad para el hombre moderno e incluir en su análisis los factores psicológicos y sociológicos que impiden que ésta se desarrolle. También, agrega el autor que la entidad básica del proceso social es el individuo, sus deseos y sus temores, su razón y sus pasiones, su disposición para el bien y para el mal. De esta manera, señala que la tesis del libro es la de que el hombre moderno, libertado de los lazos de la sociedad preindividualista —que a la vez lo limitan y le otorgan seguridad—, no ha ganado libertad en el sentido positivo de la realización de su ser individual, es decir, la expresión de su potencialidad intelectual, emocional y sensitiva. Aún cuando la libertad le ha proporcionado independencia y racionalidad, lo ha aislado, y lo ha tornado ansioso e impotente. Tal aislamiento le resulta insoportable, y la alternativa que se le ofrece es la de rehuir la responsabilidad de esta libertad positiva.
            De este mismo modo, el autor asegura que los principios del liberalismo económico, de la democracia política, de la autonomía religiosa y del individualismo en la vida personal, dieron expresión al anhelo de libertad y al mismo tiempo parecieron aproximar a la humanidad de su propia plena realización. También, asegura que cuando el individuo había vencido a la dominación de la naturaleza, adueñándose de ella; había sacudido la dominación de la Iglesia y del Estado Absolutista, la abolición de la dominación exterior parecía ser una condición no sólo necesaria, sino también suficiente para alcanzar el objetivo acariciado: la libertad del individuo. El autor explica con referencia al fascismo que en un principio, se pensaba que algunos hallaban el aliento en la creencia de que la victoria del sistema autoritario se debía a la locura de unos cuantos individuos y que, a su debido tiempo, esa locura los conduciría al derrumbe. Otros se satisfacían con pensar que al pueblo italiano, o al alemán, les faltaba una práctica suficiente de la democracia, y que, por tanto, se podía esperar sin ninguna preocupación el momento en que estos pueblos alcanzaran la madurez política de las democracias occidentales. Otra ilusión, era que Hitler se había apoderado del Estado sólo con astucias y engaños.
            Por otro lado, Fromm considera que Freud fue más allá al tender hacia la observación y el análisis de las fuerzas irracionales e inconscientes que determinan parte de la conducta humana, pero Freud estaba tan imbuido del espíritu de la cultura a la que pertenecía, que no podía ir más allá de los límites impuestos por esa cultura misma. Esos límites se convirtieron en vallas que llegaban hasta impedirle la comprensión del individuo normal y de los fenómenos irracionales que operan en la vida social. Freud eligió el término sublimación al referirse a la extraña transformación que conduce de la represión a la conducta civilizada. Si el volumen de la represión es mayor que la capacidad de sublimación, los individuos se tornan neuróticos y entonces se hace preciso conceder una merma en la represión. En otras palabras, la sociedad no sólo ejerce una función de represión, sino que posee también una función creadora. Así descubrimos, que desde el Renacimiento a nuestros días los hombres han adquirido ambición de fama que, aún cuando hoy nos parece muy natural, casi no existía en el hombre de la sociedad medieval, lo mismo pasó con la belleza natural y también el trabajo obsesivo en el norte de Europa. Este ardiente deseo de fama, éxito y la tendencia compulsiva hacia el trabajo son fuerzas sin las cuales el capitalismo moderno no hubiera podido desarrollarse.
            Así mismo, el autor señala que es importante distinguir entre la adaptación estática y dinámica. Por la primera se entiende la forma de adaptación a las normas que deje inalterada toda estructura del carácter e implique simplemente una adopción de un nuevo hábito. Por adaptación dinámica se entiende, por ejemplo: cuando un niño, sometiéndose a las órdenes de su padre severo y amenazador —porque teme demasiado para proceder de otra manera—, se transforma en un buen chico. Al tiempo que se adapta a las necesidades de la situación, hay algo que ocurre dentro de sí mismo. Puede desarrollar una intensa hostilidad hacia su padre y reprimirla, puesto que sería demasiado peligroso expresarla. Tal hostilidad puede crear una angustia y conducir así a una sumisión aún más profunda.
Es así que cuanto más se transforma en individuo , se presenta con mayor magnitud el dilema de unirse al mundo a través de las condiciones que le pone la sociedad, o buscar alguna forma de seguridad.
Fromm nombra algunos mecanismos de evasión, como son el autoritarismo: señala algunas relaciones de autoridad; en la primera, prevalecen elementos de amor, admiración o gratitud. La autoridad representa a la vez un ejemplo con el que desea uno identificarse parcial o totalmente. En la segunda se originan sentimientos de hostilidad y resentimiento en contra del explotador, al cual uno se siente subordinado en prejuicio de los propios intereses. Hay un rasgo del carácter autoritario que ha engañado a muchos observadores: la tendencia a desafiar a la autoridad y a indignarse por toda intromisión, desde arriba. El carácter autoritario extrae la fuerza para obrar apoyándose en ese poder superior. Éste no puede ser nunca atacado o cambiado. Para él la debilidad es siempre un signo de culpabilidad e inferioridad, y si el ser, en el cual cree el carácter autoritario da señales de debilitarse, su amor y respeto se transforman en odio y desprecio. Carece así de potencia ofensiva capaz de atacar al poder construido, sin estar sometido al mismo tiempo a otro poder más fuerte. En la filosofía autoritaria el concepto de igualdad no existe. El carácter autoritario puede a veces emplear el término igualdad en forma convencional, porque conviene a sus propósitos. La destructividad: representa una forma de huir de un insoportable sentimiento de impotencia, dado que se dirige a eliminar todos aquellos objetos con los que el individuo debe compararse, a esas mismas condiciones de aislamiento e impotencia se deben otras dos fuentes de la destructividad; la angustia y la frustración de la vida. Otra consecuencia de la misma situación básica está representada por lo que Fromm ha llamado la frustración de la vida. El individuo aislado e impotente ve obstruido el camino de la realización de sus potencias sensoriales, emocionales e intelectuales. Carece de la seguridad interior y de la espontaneidad que constituyen las condiciones de tal realización. Esta obstrucción íntima resulta acrecentada por los tabúes culturales impuestos a la felicidad y al placer, tales como aquellos que han tenido vigencia a través de la religión y las costumbres de la clase media desde el periodo de la Reforma. En nuestros días el tabú exterior ha desaparecido virtualmente pero los obstáculos íntimos han permanecido muy fuertes, a pesar de la aprobación consiente que recae sobre el placer sensual. En nuestra escena contemporánea la destructividad de la baja clase media ha contribuido como factor importante en el surgimiento del nazismo. La conformidad automática: El individuo deja de ser él mismo; adopta por completo el tipo de personalidad que le proporcionan las pautas culturales, y por lo tanto se transforma en un ser exactamente igual a todo el mundo y tal como los demás esperan que él sea. La discrepancia entre el yo y el mundo desaparece y con ella el miedo consiente de la soledad y la impotencia. De hecho al observar el fenómeno de la decisión humana es impresionante el grado en que la gente se equivoca al tomar por decisiones propias lo que en efecto constituye un simple sometimiento a las convenciones, al deber o a la presión social, lo que conduce a reemplazar el yo original por un seudoyo, arrojando así al individuo a un intenso estado de inseguridad, pues al querer quedar bien con los demás ha perdido su identidad, para superar este terror de esta pérdida se ve obligado a la conformidad más estricta, a buscar el reconocimiento en los demás. Puesto que él no sabe quién es.
Al mismo tiempo, el autor toma en cuenta algunas etapas de la historia como por ejemplo: la edad media, cuando hay ausencia de libertad individual y el orden social da al hombre ese sentimiento de seguridad y pertenencia que necesita, pero que lo encadena; la falta de autoconciencia: el individuo todavía no existe como tal. En el Renacimiento, surge la competencia, el hombre se reconoce así mismo como diferente y separado de los demás, se ven ligadas la libertad y la tiranía, la individualidad y el desorden, los ricos burgueses son ahora más ricos pero están más solos y nace un anhelo de fama. En la reforma, los hombres necesitan aferrarse a algo para sentirse seguros, casi siempre es la religión, esa sumisión es debida a la impotencia del hombre y lo hace por amor. Fromm cuenta que Lutero dio a los hombres libertad al decir que la relación con Dios era directa y no eran necesarios los curas o el Papa, mientras se apoyó en los conceptos de la salvación y la fe. En aquella época se decía que el hombre era malo por naturaleza y eso no le daba libertad para hacer lo adecuado, se recurría a la autohumillación como medio para alcanzar la salvación, se decía que había hombres predestinados y que las buenas obras no conducían a la salvación, sólo el Señor sabía a quién salvar y a quien condenar. Se tenía que ser capaz de realizar un esfuerzo moral, llevar una vida en virtud para pertenecer al grupo de los elegidos. En la sociedad moderna vemos al hombre más independiente y más crítico, otorgándole una mayor autoconfianza que también le crea la impresión de estar aislado y atemorizado. En la sociedad contemporánea los medios de comunicación dejan sentir su influencia en los individuos, la publicidad que se transmite en ellos le genera al hombre una sensación de nimiedad e impotencia, aplastando la capacidad crítica, pues se dirige a la emoción, no hacia la razón, el hombre también se siente aislado, pues la idea de la individualidad le genera soledad, por lo que también echa sin darse cuenta, mano de los recursos de evasión, lo que ocurre en la sociedad contemporánea es que al mantener la idea de individualidad en relación al egoísmo, el amor y el individualismo, el hombre moderno cree que sus acciones son generadas a partir del interés personal, sin embargo dedica su vida a fines ajenos a su persona, de esta manera se produce la alineación de la persona. Para algunos pensadores como Kant y Freud el egoísmo es el amor a uno mismo. Para Fromm, el egoísmo no es idéntico al amor a sí mismo, sino a su opuesto. De tal modo, que el individuo egoísta no quiere a los otros ni a sí mismo. El autor opina que el egoísmo está fundado en carencia de autoafirmación y el amor hacia el yo real, por lo tanto, el yo en cuyo interés obra el hombre moderno será el yo social.
De igual manera, Fromm aborda el tema del nazismo, preguntándose el porqué tuvo lugar un movimiento social tan terrible en una época según tan moderna, de igual modo se cuestiona el hecho de que un país democrático, eligiera a través del voto a Hitler, un tipo extremadamente autoritario y racista, hombre que desató la guerra más desastrosa y terrorífica de todos los tiempos. La explicación que da Fromm es la siguiente: Hitler dio seguridad a los alemanes, les concedió un ideal por el cual pelear, esto aunado a factores como la derrota alemana en la primera guerra, la falta de espiritualidad, de poca unidad familiar, la crisis económica y la desaparición de la monarquía, propiciaron que Hitler convenciera al pueblo alemán de que volverían a ser lo que algunas vez fueron en la edad media, la sede del imperio, también los convenció a todos de que la raza aria era mejor, y que ellos merecían una vida digna. El autor concluye que la verdadera fuente del fascismo ha de hallarse en el alma humana y no en la economía. En la existencia de un inmenso orgullo, en el placer de ser cruel, en la desintegración neurótica, es donde reside la explicación del fascismo y no en el Tratado de Versalles.
En el último tema, libertad y democracia, Fromm explica el moldeamiento que proporciona la sociedad a los hombres por medio de normas sociales con las que se prepara al individuo a través de su carácter de manera que se acerque al carácter social común. La libertad positiva consiste en la libertad espontanea de la personalidad total e integrada La realización del yo se alcanza por la expansión activa de sus potenciales intelectuales y emocionales, eliminando la discrepancia entre la razón y el instinto. El hombre superará el aislamiento y obtendrá seguridad, se transformará en parte del mundo de modo estructura y entenderá que el significado de la vida es el mero hecho de vivir, sin necesidad de hacerse ilusiones.
En conclusión, considero que  “El miedo a la libertad” de Erich Fromm no es sólo un libro interesante, es además, una herramienta importante para el autodescubrimiento personal y la sociedad en la habitamos. Después de su lectura, mis conocimientos sobre la libertad de los individuos es completamente distinta a la que tenía antes, ahora sé que muchos de nosotros no somos libres, ya sea por presión social o porque sencillamente tememos serlo. Por fortuna el autor, no sólo explica la compleja problemática que existe en este asunto, además nos da una solución para acercarnos a la libertad, para poder vivir sin miedo y para ser nosotros mismos.

lunes, 15 de abril de 2013

LOS SEÑORES DEL NARCO (RESEÑA)


Los señores del narco, obra escrita por Anabel Hernández y publicada por Grijalbo en 2010. Es un libro de investigación periodística a profundidad que se realiza durante cinco años, con resultados relevantes, debido a que la periodista usa expedientes judiciales y testimonios de quienes presenciaron los hechos (policías, militares, funcionarios del gobierno de Estados Unidos, sicarios, curas y gente involucrada en el narco), así como acceso al expediente de la fuga del Chapo, de quien se cuenta, logró salir con unos altos funcionarios, vestido de policía. El texto versa sobre las relaciones que hay entre los peligrosos grupos delictivos y las autoridades mexicanas. La reportera explica a detalle y con documentos oficiales cómo el Estado mexicano ha protegido y negociado con el narco en las últimas cuatro décadas.
            Anabel se adentra en esta investigación a partir de 2005, cuando el abogado Eduardo Sahagún la contacta para saber si le interesa la historia de su cliente, Luis Francisco Fernández Ruiz, ex subdirector del Penal de Puente Grande, Jalisco, quien fue procesado junto con 67 servidores públicos, cuando el 19 de enero de 2001 El Chapo se fugó del penal. Los acusaban de cohecho y haber participado en la evasión de Guzmán Loera. Posteriormente, la periodista conoce a un agente de la DEA en el hotel Nikko y él la convence de abordar el tema de Guzmán Loera y el narcotráfico para entender mejor la corrupción en México. El agente le confía que unos informantes de la DEA infiltrados en la organización de Ignacio Coronel Villarreal, le contaron que el Chapo salió después de pagar un soborno a la familia del presidente Fox, y que el acuerdo incluía protección del gobierno federal para él y su grupo: la organización del Pacífico.
            Igualmente, la periodista logró acceso a documentos desclasificados recientemente de la CIA y la DEA, sobre el caso Irán-contra, que resultó ser detonador para que los narcos se expandieran a niveles insospechados, dejando de ser simples sembradores de marihuana. Trabajó con copias de expedientes eliminados de la PGR sobre algunos dueños de los hangares en donde guardaban sus naves El Chapo, Amado Carrillo Fuentes y el Güero Palma, esos empresarios actualmente son propietarios de cadenas hoteleras, hospitales y periódicos.
            Asimismo, Hernández explica como la guerra contra el narco emprendida por Felipe Calderón fue una farsa, en donde la estrategia consistió en proteger al cártel de Sinaloa, quedando muy mal parado Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública Federal y su corrupto equipo.
            También detalla los motivos por los que el gobierno de Salinas de Gortari pidió la cabeza del Chapo, tras el asesinato del cardenal Posadas Ocampo, y del interrogatorio que se le hizo a éste en el avión en que fue trasladado, donde dijo los nombres de quienes, desde el gobierno, le brindaban protección a su grupo, esta declaración fue cambiada tras las amenazas de muerte que recibió. Guzmán Loera, aseguró en una segunda declaración, que el gobernador panista del estado de Baja California protegía a los Arellano Félix.
            Al mismo tiempo, especifica cómo se desempeñaban los principales capos de la droga de esa época, Ernesto Fonseca, Amado Carrillo, el Güero Palma, Pedro Avilés, Ángel Félix Gallardo y Caro Quintero. Más aún, nos describe cómo el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, cambiará la historia del narco en México, considerándose  uno de los peores errores de los capos.
            Nos relata el modo en que la CIA  participó en el traslado de droga para apoyar a la contra nicaragüense, mientras protegía tanto a cárteles mexicanos como colombianos, facilitándoles pistas y aviones para obtener dinero, en tanto financiaba a la guerrilla en la compra de armas y recursos, también nos habla del asesinato de Manuel Buendía quien al enterarse de que unas guerrillas son entrenadas en un rancho propiedad de Caro Quintero, le reporta toda la información a José Antonio Zorrilla Pérez, jefe de la (DFS) Dirección Federal de Seguridad buscando un consejo sobre cómo proceder, y sin embargo, encuentra la muerte.
            En otros asuntos, aborda cómo la CIA pone en funcionamiento una red llamada LITEMPO, por medio de la que se compraban servicios de funcionarios mexicanos a favor de los intereses norteamericanos, entre ellos estaban Díaz Ordaz y Luis Echeverría, el objetivo era detectar grupos subversivos y comunistas, desarticulándolos apoyándose en narcotraficantes del cártel de Guadalajara, por lo que ser guerrillero en México era más peligroso que ser narcotraficante. Años después, el dinero que pagaban los narcotraficantes al gobierno se fue transformando en soborno directo para los políticos y autoridades, por lo que el gobierno fue perdiendo poco a poco el mando sobre ellos, fueron los mismos jefes policiales los que les enseñaron cómo operar hasta convertirlos en notables capos. Esta unión orquestada por la CIA y narcos sudamericanos ocasionó que los capos mexicanos traficaran con cocaína, producto que por menos cantidad daba mayores utilidades.
            Para finalizar, el libro Los señores del narco, resulta ser un texto revelador y escalofriante, al mostrarnos qué tipo de seres gobiernan en la política y en las calles, dejándonos a los mexicanos expuestos a sus caprichos y violencia, también va más allá, porque la actual clase política que está en el poder, vive inmersa en ese sistema de corrupción y criminalidad, sin que se sienta un claro cambio de rumbo, lo que resulta desalentador, considerando las decenas de miles de muertos que han dejado como consecuencia de sus aberrantes decisiones.

jueves, 7 de marzo de 2013

Roger Waters, golpeando su corazón contra el muro.


A Mariano Waso

Ciudad de México: Roger Waters presentando “The Wall” en México podía pasar desapercibido por gran cantidad de personas en nuestro país, acostumbradas a la música de banda, cumbia y pop, pero no por aquellos que vimos por televisión la caída del muro de Berlín en donde alguna vez lo presentó Waters de manera espectacular, concierto que dio la vuelta al mundo por el momento histórico tan coyuntural que se vivía, cuando empezaba a desmoronarse el bloque socialista, el muro que dividía la República Democrática de la República Federal Alemana caía después de cuarenta años, el muro que había llenado de dolor y muerte ese periodo llamado Guerra Fría. El concierto que se daría hoy 27 de abril de 2012, tampoco podía pasar desapercibo por los amantes del buen rock, aquel que impregnaría de arte el canal auditivo interno y no sólo de ritmo.
            Por otra parte, había un problema, yo no había conseguido ahorrar para asistir a tan deseado evento, sólo conseguí leer notas periodísticas por internet, con algo de resignación y leve tristeza. Pero, ocurrió lo inesperado, cerca de las tres de la tarde, Mariano Waso, amigo que conservo desde los días de preparatoria, me llama para preguntarme si no estoy muy ocupado y puedo acompañarlo al concierto, al instante le dije que sí, sólo tenía que ponerme de acuerdo con mi esposa.
            A fin de no llegar tan tarde al evento, salgo del trabajo alrededor de las siete de la noche, abordo el microbús que lleva al metro Bulevard Puerto Aéreo, el recorrido fue normal hasta que llegamos al Circuito Interior, una vez ahí, el avance de los autos es casi imposible, un trayecto que por normalidad hago en diez minutos, me llevó cerca de una hora y cuarto, a mi amigo, también le estaba costado trabajo acercarse al Foro Sol, lugar del evento, me llama para avisarme que estaba atrapado en Avenida Churubusco, me verá en la puerta siete en el puente peatonal. Era probable que no llegara a tiempo a ver al creador del mítico disco “Dark Side of de Moon”.
Una vez que dejé el Circuito Interior, todo fue distinto, la circulación hacia el Foro era lenta, pero cincuenta veces más rápida que antes. Vi la puerta siete y un cumulo de gente que subía por el puente peatonal, ahí estaba Mariano, mi entrañable amigo, esperando, me da un abrazo y nos dirigimos entre culebras humanas de todas edades, señores sesenteros acompañados de su familia para presenciar el gran suceso, casi irrepetible que llevarían en su memoria hasta el fin de sus días, veo muchos jóvenes que llegaban en rebaños de siete, cinco, tres personas, algunos cantando grandes temas del ex bajista de Pink Floyd, faltan cinco minutos para las nueve de la noche, la rapidez con la que nos conducimos por los accesos, apenas me deja ver a los vendedores ofreciendo los suvenirs, falta encontrar la puerta que nos dará el acceso al Foro, tres minutos después, la encontramos, nos formamos para que nos hagan la revisión acostumbrada y tomen nuestros boletos.
Después, pasamos a los baños para evitar cualquier molesta pausa una vez que iniciara la música. Mi amigo, se compra una cerveza de noventa pesos y me invita a mí un refresco, yo no puedo beber alcohol, porque estoy tomando medicamentos para aliviar una molestia que tengo en el oído. Al entrar al Foro, puedo ver que se encuentra a un noventa por ciento de su capacidad, la gente escala las gradas buscando aún su lugar, nosotros sentimos calma, descansamos de la travesía al encontrar el nuestro, nos ponemos un poco al día de nuestros proyectos, platicamos de los hijos, preparamos nuestros celulares, tomamos unas fotos, queremos capturar algo del mágico momento. Algunos, hacen la clásica ola, todos estamos a la expectativa, en cualquier momento el escenario se transformaría en un sueño.
Parte del muro esta armado y detrás del mismo algunos instrumentos musicales, las bocinas penden de las estructuras, una luz verde clara ilumina el sitio donde ejecutarían las piezas de la obra maestra creada en 1979, cuando aún cuatro de los integrantes originales de Pink Floyd estaban en la banda.
Las 9:15 de la noche, una voz con acento español anuncia el inicio del concierto, nos pide que no usemos flashes, porque podemos afectar la proyección de las imágenes en el escenario, agradece nuestra presencia y nos desea que disfrutemos.
De repente, las luces se apagan, la multitud entra en una emoción incontrolable, los gritos desde la gradas anuncian la alucinante velada, al instante, salen dos uniformados de negro cargando un muñeco con figura humana, desnudo, sin rostro, le levantan los brazos y lo dejan caer al piso, el mono permanece inerte, mientras suena un instrumento de viento, como en la película de The Wall, dirigida en 1981 por el inglés Alan Parker, una paz sonora se crea en el ambiente, inmediatamente por mi mente pasan las imágenes del Padre del protagonista que es muerto en el bombardeo.
De pronto, el escenario estalla, “In the flesh” nos lleva al cielo con resplandecientes juegos pirotécnicos, que suben sesenta, setenta, ochenta metros, Waters está en el escenario con los brazos en alto, pese a sus 68 años, demuestra tener la vitalidad necesaria para arrancarle gritos de asombro al público, se cubre las luces que caen sobre sus ojos para ver a su gente, el monstro mexicano que ha llenado todos los rincones del Foro Sol, la gente levanta los puños una y otra vez, se siente poderosa. Roger se enfunda en una chaqueta de piel negra, se pone lentes oscuros y comienza a cantar. "....we came in? So ya, thought ya might like to go to the show”. Ese cálido estremecimiento de confusión nos pregunta: “¿no es lo que esperabas ver?” También “si queremos ver detrás de esos ojos fríos”. Pide luces, efectos de sonido y que inicie la acción. Mientras, varios hombres caminan en las alturas con una bandera en las manos. Un avión pendido de un alambre de acero se dirige al escenario y simula estrellarse, explosiones y luces saturan nuestros ojos. 
Poco a poco, comienzan a proyectarse imágenes de víctimas que han dejado las últimas guerras, desde la del Padre de Waters hasta el hijo de Javier Sicilia, mientras “Thin ice” es interpretada, “en la cuerda floja la vida moderna, arrastrando tras de ti un silencioso reproche de un millón de ojos bañados en lágrimas”. Es imposible no dejarse conmover ante tales estampas, mostradas en un escenario de más de cien metros.
A continuación: “Another brick in the wall part 1”, el escenario, con una imagen carmesí gigante de Waters, proyectada tocando el bajo, da una idea sangrienta. “Papá ha volado a través del océano dejando sólo un recuerdo, una instantánea en el álbum familiar”. Las proyecciones parecen venirse encima de la gente. Un potente reflector simula la luz de un helicóptero al ser elevado suavemente a las alturas, el sonido envolvente nos provoca la sensación de estar a los lados, bajo y frente a las hélices, “The hapipiest days of our lives”, el olor a mariguana por todos lados, nos indica que varios están sumergidos en placer, extasiados ante el viaje sonoro. De pronto, la marioneta gigante de un profesor es iluminada en totalidad, tiene por ojos dos lámparas y la cabeza frente a los hombros, “Another brick in the wall Part 2”, dura crítica a la educación tradicional, el poderoso bajo del maestro se impone en nuestro tórax y nos hace golpear los talones contra el piso una y otra vez. Mariano y yo intentamos capturar el momento con las cámaras de nuestros teléfonos. La marioneta es señalada por un grupo de niños de los colectivos Marabunta y Barrio Activo, a los costados del escenario dos pantallas gigantes muestran a Waters tocando un poco encorvado. Al finalizar la pieza, vagones de un tren recorren el escenario. Por primera vez se escucha una versión acústica de la misma pieza, el rostro carmesí de Waters es proyectado en la pantalla circular que se encuentra en el centro.
En el minuto 23, Waters saluda con un “Hola México” y dedica el concierto: “Me gustan los niños, por eso quiero dedicar este concierto a todos los que ya no están con nosotros: los desaparecidos y caídos por el narcotráfico, y a las mujeres y niñas de Juárez, nos unimos a su ausencia”, dice el músico en un claro español, tocándose el corazón, haciendo que nuestro grito de auxilio al mundo se escuche fuerte, entre la emoción de esas cincuenta mil almas.
Enseguida, interpretan el tema de: “Mother”, un Waters de poco más treinta años está en pantalla acompañando al actual con su guitarra acústica, mientras éste le canta a aquel: “mamá va a hacer todas tus pesadillas realidad, ella no te dejará volar, pero puede que te dejé cantar”. En pantalla, se muestra la consigna: “Estamos hasta la madre”, frase usada para hacerle saber al gobierno calderonista, que su guerra es una estupidez.
En el minuto 33, “Goodbye blue sky”, es acompañada por imágenes de bombarderos que dejan caer semillas explosivas (símbolos religiosos e insignias ideológicas) sobre una ciudad, “las llamas se han ido pero el dolor persiste”. Le sigue la pieza: “Empty spaces”, canción con la que empiezan a cerrar el muro, a Waters lo vemos por un hueco de ladrillos faltantes. En proyección, un muro crece vertiginoso, destruye todo a su paso. Asimismo tocan: “Young lust”, los ingenieros de video nos muestran proyectadas unas chicas en blanco y negro que: “en esta tierra de desierto, nos hacen sentir hombres de verdad”. Más ladrillos se han añadido, cada vez hay menos huecos en el escenario. De igual modo, advertimos unos ojos de mujer, en su pupila un diagrama de audio se dibuja al ritmo de la voz de una operadora. “One of my turns”, pieza por demás introspectiva, Waters comienza cantando melancólico: “Me siento frío como una hoja de afeitar, apretado como un torniquete, seco al igual que un tambor de funeral”  la pieza va adquiriendo poder hasta volverse explosiva y desgarradora. Le sigue: “Dont leave me now” donde le dice a su amada que la necesita, para hacerla picadillo delante de sus amigos.
De inmediato, comienza: “Another brick in the wall part 3”, se proyecta un locutor asiático en televisión y la pantalla estrellándose, mientras se escucha como se rompe el cristal, un poco de ruido blanco e imágenes fuera de sintonía abren paso a un muro descolocándose ladrillo por ladrillo, tridimensional, absorbido hacia la nada.
Hace una pausa el concierto, mientras en pantalla se proyectan imágenes de víctimas caídas el 11 de septiembre, Irak, Afganistán e Irán, durante veinte minutos, la gente se sienta a descansar, la mayoría ha permanecido de pie, otros compran palomitas y refrescos.
Hey you”, abre la segunda parte del concierto, todos los ladrillos físicos están en su lugar, no queda ni un hueco. “¡Hey, tú!, con tu oído contra la pared, esperando a quien llamar”. Le sigue: “Nobody home”, Waters, en una habitación de motel, sentado dice que: tiene ganas de volar, pero no tiene a donde.
Un avión lanza un proyectil, el objeto golpea el muro, estalla y surge: “Vera”, “¿alguien recuerda aquí Vera Linn?”, vemos seres que se encuentran y abrazan, una niña al ver a su padre muestra cara de sorpresa que poco a poco se va transformando en llanto, emoción que Waters jamás experimentó, el padre la toma en brazos y la alza. ¿Cuántos de nosotros desearíamos volver a ver a los perdimos en esta Guerra contra el narco? Unida a esta pieza, escuchamos las tarolas que delatan el tema: “Bring the boys back home”, vemos fotografías de niños, con la destrucción bélica detrás de sus caras, niños consumidos por el hambre, esqueléticos, “Traer a los muchachos de vuelta a casa”, exige Waters, no dejarlos a su suerte. El público está despedazado, las imágenes son brutales, no hay manera de no sensibilizarse.
Enseguida es interpretada: “Comfortably numb”, Waters levanta los brazos y justo encima de ellos, una luz blanca aparece, haciendo correr los ladrillos del centro hacia los extremos como si se tratara de una puerta, “Tus labios se mueven, pero no puedo escuchar lo que dicen”,  una de las más bellas canciones que he escuchado me dice además que: “el niño ha crecido, el sueño se ha ido”, el guitarrista desde lo alto del muro, toca un solo soberbio, Waters abajo, pone su oído en la pared, levanta los puños y golpea, el muro se quiebra dejándose ver incandescente en un inicio, para después, configurarse psicodélico, el muro cae y de él se levantan columnas.
Vi limpiarse la baba a un viejito que estaba a nuestro lado derecho, en el izquierdo unos hombres de treinta y cinco años, prendían el segundo cigarro de mariguana, lo supe por el olor y porque intentaban cantar con la garganta cerrada.
Se escuchó entonces: “Run like hell”, un cerdo gigante se dejó ver por los aires con la leyendas: “disfruta el capitalismo”, “todo va a estar bien”, “sigue consumiendo” y “un niño muerto de hambre es un niño asesinado”. Se proyecta en letras gigantes “gracias”, “¿Hay algunos paranoicos en el estadio esta noche?”, flashazos en pantalla al ritmo de la batería, van de un lado a otro sobre paredes verticales que empiezan a desprenderse por bloques, dejan al descubierto, paredes tras paredes, los ladrillos aparentan volar sobre el escenario, mientras una imagen de Waters rojinegra aparece y desaparece, cortinas de ladrillos suben y bajan por donde la imagen extiende sus brazos, el público está a punto de la locura, cuando una luz como un reflector juega con su propia proyección, la gente agita las extremidades, otros aplauden para llevar el ritmo, una pancarta amarilla se deja descolgar, para después caer.
Casi sin pausar, se escucha: “Waiting for the worms”, el público sincroniza su ritmo, ahora con sus encendedores, en proyección aparecen las paredes verticales agusanadas, vemos también sombras, son los clásicos martillos rojinegros, marchando, Waters con un altavoz, pregunta: “¿Te gustaría ver a Britania gobernar otra vez, amigo mío? Entonces, tocan: “Stop” y de las alturas dejan caer el muñeco con forma humana que traían al principio los uniformados.
Entrados en el desenlace, los músicos entonan: “The trial”, muestran una vez más, imágenes de la película “The Wall”, el muro gira sobre su centro, nos deja ver a un ser en cuclillas, acorralado, temeroso y frágil. Una figura casi humana, vacía por dentro es arrojada contra el muro y lo atraviesa. Aviones, martillos, bombas, un tren, el muro cae por fin, enrojecido, mientras el cerdo es bajado con lentitud, el público aplaude y chifla con júbilo. 
Para finalizar:“Outside the wall”, con una trompeta marca la despedida de nuestro queridísimo Roger Waters, “golpeando su corazón contra el muro de un tipo loco”, nos dice adiós junto con sus coristas. Nos da las gracias la gran estrella del rock progresivo, se las devolvemos con el último grito de la noche.