La visita de Peña a Obama los
días 5 y 6 de enero, se dio poco después
de que el presidente de EEUU ofreciera ayudar a México con el caso Ayotzinapa. ¿Es
posible que el gobierno estadounidense con sus redes de espionaje tuviera en
sus manos información suficiente para chantejear al presidente Peña o que el
Estado Mexicano escondiera alguna responsabilidad en el asunto, y obligarlo a
comprar su petróleo ligero a cambio de guardarse toda la investigación sobre el
caso de los normalistas secuestrados?
La foto en que Peña mira con
recelo a Obama me hizo suponer que aquel ser superficial estaba atrapado, que
había sido descubierto en algo turbio. No me refiero al asunto de la Casa
Blanca de más de ocho millones de dólares, no creí que aquello le importara
después de que congregó a los gobernadores y a todos los poderosos empresarios
mexicanos a que lo respaldaran el 27 de noviembre de 2014 en el Palacio
Nacional, y menos confié que el congreso lo llamara a declarar, después de
los moches millonarios que han recibido por parte del gobierno federal. La Casa Blanca, si
acaso le podía costar la presidencia. Aquella mirada es la misma con la que ven
los culpables al ministerio público una vez que se les ha comprobado la
responsabilidad de una fechoría y no la de un estadista haciendo grandes
negocios políticos. Obama sí tenía el semblante de alguien que ha logrado un
estupendo negocio.
¿Si usted fuera el presidente de
un país petrolero, le compraría 100,000 barriles de petróleo al día a otro país
argumentando que se utilizará en las refinerías, a las que todo el tiempo
catalogó usted y su equipo (con el que impulsó la reforma energética) como un
pésimo negocio?
Si lo anterior no fuera sólo
producto de mi imaginación, en los próximos días sería posible que el gobierno
de los Estados Unidos, a través de alguna de sus instituciones de investigación
fuera quien se encargara de emitir un comunicado sobre el caso Ayotzinapa, en
el que se liberara de toda responsabilidad al Estado Mexicano. Algo así como
los sospechosos videos en los que aparecía un Osama bin Laden amenazador, que
parecían más obra de Carlos Trejo que de terroristas árabes, pero en este caso para defender al gobierno de Peña.